Angela comienza sus estudios tras semanas de obstáculos administrativos y falta de adaptaciones en los centros de formación profesional

Angela Cristina

Publicación: 7 Oct 24

Categoría: Noticias




Angela siempre tuvo claro que quería estudiar algo relacionado con la medicina o la estética, pero su camino hacia la formación estuvo lleno de barreras. Cuando decidió matricularse en una FP de grado medio, su primera opción era enfermería, pero antes de inscribirse, le informaron que no había adaptaciones para personas con discapacidad. Obligada a optar por algo que supuestamente pudiera hacer, se matriculó en Administración, un área que no le gustaba ni le apasionaba, pero que eligió por la falta de alternativas adaptadas. “No era lo que quería estudiar, pero no tenía más opciones”, explica Angela.

Tras finalizar el grado medio, decidió buscar una FP superior que le permitiera estudiar algo que realmente le gustara. Sus intereses se dividían entre la medicina y la estética, por lo que encontró tres opciones que la motivaban: Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear, Dietética, y Asesoría de Imagen Personal y Corporativa. Antes de inscribirse, comenzó a llamar a los centros para asegurarse de que estuvieran adaptados a sus necesidades físicas debido a su displasia esquelética

En el caso del ciclo de Dietética, le aseguraron que podría hacerlo y que encontrarían la forma de adaptar las prácticas de laboratorio a sus necesidades. En el ciclo de Asesoría e Imagen Personal y Corporativa, la Jefa de Estudios del centro le dijo que no habría problema en inscribirse. Sin embargo, cuando contactó con el ciclo de Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear, le dijeron que no se preocupase y que, si surgía algún problema, le llamarían para gestionar un cambio.

Finalmente, fue aceptada en su primera opción, Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear, pero su alegría duró poco. Al poco tiempo, el centro le informó que no había adaptaciones para sus necesidades. “En Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear me llamaron para hablar conmigo porque estaba admitida en las listas provisionales para explicarme que había muchas asignaturas de esfuerzo físico que no podía hacer”, recuerda Ángela. Tras esta noticia, pidió que la retiraran de la lista y se inscribió en su segunda opción, Dietética.

A pesar de que le aseguraron que su reclamación para cambiarse a Dietética sería aceptada, nunca recibió una respuesta clara. “Me dijeron que no me preocupara, que todo saldría bien en las listas definitivas, pero cuando las vi, mi reclamación no fue aceptada”, relata Ángela. Después de varias llamadas infructuosas, decidió ir personalmente al centro, donde la hicieron esperar más de 40 minutos solo para decirle que no sabían nada y que tendría que presentar otra reclamación.

Cansada de esperar, Ángela decidió acudir directamente a la Inspección de Educación. La inspectora le explicó que el centro de Imagen para el Diagnóstico no había gestionado correctamente su caso, y que ella podía cambiarse a su segunda opción, Dietética. Tras la intervención de la Inspección, finalmente comenzó las clases, pero las dificultades continuaron.

Durante las primeras semanas en Dietética, una profesora del laboratorio le comentó que no había guantes de su talla y que no sabía cómo adaptar las prácticas debido a la falta de espacio para su scooter. Aunque Ángela buscó una solución por su cuenta, la situación se complicó cuando la profesora le dijo que, si no podía hacer las prácticas como los demás estudiantes, no podría evaluarla. “Me dijo que no sabía cómo adaptarme las cosas y que, si no me desenvolvía en el laboratorio durante el examen, no me podría evaluar”, explica Ángela.

Desesperada por la falta de soluciones, Ángela volvió a la Inspección de Educación. El inspector le ayudó a pedir cita con la inspectora después de dos días, y fue entonces cuando la inspectora le llamó para informarle que tenía que hablar con otra inspectora, ya que ella no se encargaba del colegio de Asesoría e Imagen Personal y Corporativa. Además, le recomendó que llamara al colegio directamente para verificar si había plazas disponibles.

Gracias a la intervención de la Asociación de Personas con Acondroplasia y otras Displasias Esqueléticas (ADEE), que denunció la situación ante el Inspector General de Educación de la Conselleria de Educación, Universidades y Empleo, Angela fue finalmente reubicada en su tercera opción. “El viernes nos notificaron que Ángela comenzaría hoy, lunes 7 de octubre, en el ciclo de Asesoría e Imagen Personal y Corporativa”, explica Carolina Puente, presidenta de ADEE.

El impacto de este proceso en Angela ha sido profundo. “No solo perdí tiempo, también me quedé fuera de las primeras semanas de clases y no pude integrarme con mis compañeros desde el principio. Estudiar no es solo aprender, es también conocer gente nueva, y toda esta situación me hizo sentir muy excluida”, relata.

En radiodiagnostico me llamaron para hablar conmigo porque estaba admitida en las listas provisionales para explicarme que habían muchas asignaturas de esfuerzo físico y no podía hacerlas.

Este tipo de exclusión emocional y académica es una realidad para muchas personas con discapacidades, según Carolina Puente. “Lo que le ha pasado a Ángela no es un caso aislado. Muchas personas con discapacidades enfrentan barreras que van más allá de lo físico. La falta de adaptaciones y las gestiones ineficientes terminan afectando su bienestar emocional y sus oportunidades educativas”, afirma Puente.

Carolina Puente, presidenta de ADEE, recalca la importancia de hacer visible esta situación: “Desde ADEE denunciamos el caso ante la Conselleria porque es inaceptable que una estudiante tenga que luchar tanto para poder acceder a un ciclo formativo adaptado. Es necesario que las instituciones educativas sean más proactivas en atender las necesidades de las personas con discapacidades”.

Angela, por su parte, agradece el apoyo recibido: “Gracias a ADEE y a todo el equipo que hay detrás, finalmente puedo comenzar mis estudios, aunque todo esto ha sido un proceso agotador. Pedí a la Asociación que hicieran visible lo que me estaba ocurriendo, porque sé que no soy la única. Esto le pasa a muchas personas y algo tiene que cambiar”.

El caso de Angela pone de manifiesto la necesidad urgente de mejorar las adaptaciones y los procesos administrativos en el sistema educativo valenciano. A pesar de cumplir con los requisitos académicos, Angela se enfrentó a una serie de obstáculos que no solo retrasaron su formación, sino que también afectaron su bienestar emocional. La denuncia de ADEE fue importante para resolver la situación, pero este tipo de casos no deberían llegar a este extremo.

Desde ADEE, se hace un llamado a las autoridades educativas para que se implementen medidas inmediatas que garanticen la accesibilidad en todos los centros educativos y aseguren un proceso administrativo eficaz para los estudiantes con discapacidades. “No podemos permitir que las personas con discapacidades se enfrenten a tantas barreras para ejercer su derecho a la educación”, concluye Carolina Puente.


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Carolina Puente

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